Pasé gran parte de mi vida sin amarme realmente.

No amaba mi cuerpo, mi voz, mis emociones, mi sensibilidad, mi necesidad de controlar para sentirme segura, mi dependencia… y la lista seguía.

Aprender a amarme fue un camino largo. Pero el momento en que todo cambió—cuando finalmente me enamoré de mí misma—fue cuando entendí y acepté lo que realmente significa ser mujer.

No tuve una madre, ni mujeres en mi vida que me guiaran hacia mi poder femenino, mi ciclo y todo lo que implica conectar conmigo como mujer. Tuve que aprenderlo sola. Y en esa profunda necesidad de sanar y encontrarme, descubrí una fuerza que no sabía que tenía: la fuerza de cambiar el paradigma y reescribir mi historia.

Al aprender sobre mi cuerpo femenino y mi naturaleza cíclica, comencé a aceptar e incluso sentirme orgullosa de cada parte de mi ser. Cuando comprendí que no estaba hecha para ser como un hombre, y que había sido criada en una cultura construida sobre valores masculinos, de repente mi realidad tuvo sentido.

Con las herramientas que adquirí, aprendí a experimentar placer en mi cuerpo, a adorar mis curvas y mis bordes suaves. Encontré fuerza en mi vulnerabilidad y serenidad en soltar el control y rendirme a mi propio flujo.

Me abrí a mi sensibilidad y le di la bienvenida a todo el rango de mis emociones, permitiéndome experimentar una vida más rica y profunda.

Hoy me siento poderosa al confiar en mi intuición, y he creado una vida completamente alineada con mi alma.

✨ ¿Estás lista para unirte a mí en este camino?